Historia

Aunque nunca está agostada cualquier ocasión de hallazgo de indicios testimoniales conducentes a la seguridad de procedencia de la antigua Imagen de Nuestra Señora de Belén y si ésta titulase como Patrona alguna distinguida institución de característico antecedente bajo-medieval, la alusión de Ruiz Lorenzo Muñoz a ''una antigua Cofradía que corría por los Caballeros'' debemos interpretarla, inducidos a la presunta conclusión de que se refiere a la ''Cofradía de los Caballeros de Santiago'', algunos de cuyos afiliados y sus familias costearon los Cultos ofrecidos en las Fiestas dedicadas a Nuestra Señora -según el calendario eclesiástico, en nueve conmemoraciones y principalmente en la de la Natividad- así como que aquellos ''Caballeros de Santiago'' en lo religioso eran los mismos ''caballeros de premia o de cuantía'' en lo cívico-militar. 

Si hubo cofradía creada en la Iglesia Mayor del Apóstol Santiago se ignora cuando lo fue, sin que tampoco fuese aprobada diocesanamente en tiempos atrás, pues en las actas conservadas de las respectivas Visitas Generales del obispado relativas a Montilla no consta de alusión alguna a ello, sino dos aprobaciones diocesanas del estado de cuentas del 27-II-1580 tomadas anteriormente por el vicario de Montilla, y del 18-II-1592, junto a las revisadas de otras Hermandades y capellanías; la primera realizada por el visitador general Carlos Montero (según mandato del obispo D. Martín de Mendoza), diligencia por el notario apostólico Andrés de Ceros; y la segunda referida a la comisionada al vicario de Montilla, quien las comprobó en fecha anterior, diligenciada por el notario Pérez de Tíscar, cuyo texto es como sigue:

''En la villa de Montilla, diez y ocho días del mes de febrero de mil quinientos y noventa y dos años, el doctor Diego López de Frómista, canónigo de la Santa Iglesia de Córdoba, visitador general de este obispado, sede vacante, y habiendo visto y examinado una cuenta que el vicario de esta villa tomó a Antón Jiménez Alao, Hermano Mayor de la Cofradía de Santiago de los Caballeros de esta villa en catorce de marzo [sic]de noventa y dos y como por ella consta estar bien tomada por buena orden y partidas dijo que la pagará a dicha Cofradía y a quien por ella los hubiere de haber so pena de ejecución mayor y lo firmó de su nombre.''
(Firman el doctor Diego López de Frómista y Alonso López, notario apostólico).

Los ''Caballeros de premia o de cuantía'' -bajo estatuto y mando de un comisario general designado por el Consejo Real de Castilla, así llamados por su aportación de una cuota especial exigida al respecto, y comprometida ante escribano, por una sola vez de la cantidad pecuniaria establecida- eran considerados como el grupo distinguido que participaba en el gobierno municipal.

Cada dos años -el 24 de Junio, festividad de San Juan, se relevaba el consejo de Justicia y Regimiento de la villa así como los demás cargos funcionariales, elegidos por el alcalde mayor y los anteriores adiles, de entre aquellos nombres siempre pertenecientes al preeminente grupo, que por un sorteo salían escritos en las cédulas al efecto sacadas de un pilorio por mano de un muchacho
Por tal sistema se renovaban los dos alcaldes ordinarios, des de los regidores, un jurado, el mayordomo del concejo, el alcalde de Hermandad (jefe de policía rural), el mayordomo de campo, y algunos alcaldes de los gremios importantes. Los alcaldes mayores, jueces de residencia o de apelaciones, y los alguaciles mayores, come hombres de confianza eran elegidos directamente por el marqués de Priego.

Los caballeros de cuantía estaban obligados a concurrir a los alardes -ejercicios de preparación física y entrenamiento- convocados con frecuencia por el concejo de Justicia y Regimiento de la villa, y a estar siempre a disposición de la autoridad monicipal con caballo y armas en previsión de intervenir en defensa de la población haciendo frente de cualquier eventualidad de alarma de posible ataque invasor por las costas.
Conozcamos el atuendo y pertrechos de los caballeros de premia
En el cabildo del 17-VIII-1565, por el alcalde mayor Valdés de Carcamo y los oficiales del concejo se trató ''de los maravedíes de las cobranzas que están registradas a los vecinos de esta villa, caballeros de premia, arcabuceros, piqueros, de Diego Gutiérrez, mayordomo del concejo, el cual recibirá de cada uno los maravedíes que le dieren de esta manera:
-Los caballeros, de una coraza, cinco ducados.
-De una adarga, que montan ocho reales.
-De un capacete, quince reales.
-De un faldón, dos ducados.
-De unas mangas, veinte reales.
-De un gorjal, nueve reales.
-De una lanza, cinco reales.
-Los arcabuceros, del arcabuz, dos ducados.
-Los piqueros, de cada pica, cinco reales y medio''.

Por las complicadas circunstancias de la época y razones socio-políticas de diversa índole, abolido el carácter cívico-militar de aquel grupo de «caballeros de Santiago», finales del siglo XVI, quedaba disuelto también en lo religioso sin embargo haber ostentado el elocuente nombre caballeresco del apóstol que con tanto énfasis fundamentalista se aireó en las crónicas de la época inmediata posterior de la expulsión musulmana de la Península tras de más de ocho siglos de invasión -recuérdese el grito guerrero de ¡Santiago y cierra España!-, siendo incluso titular de la iglesia mayor y única parroquia de la villa por entonces, donde al parecer tuvo su sede, cuando al cabo de algunos años la nueva Cofradía de Nuestra Señora del Rosario-  siendo -creada en 1580 aprobada canónicamente u cada más tarde- ocupó el lugar de la capilla del antiguo vínculo de Nuestra Señora del Socorro -de la familia de Diego de Trillo- luego perteneciente a la Cofradía de Nuestra Señora de la Cabeza, la cual con anterioridad lo había permutado (1694).
En la transición del XVII al XVIII el mayordomo de la Cofradía Rosario en la Parroquia de Santiago, Lucas Jurado y Aguilar, se hizo cargo de los documentos del viejo archivo de los ''caballeros de Santiago'', permaneciendo en poder de su familia y sucesivamente en posesión privada.

De cualquier modo, entre la documentación conservada de las visitas generales por parte del provisorato de la prelacía cordobesa en el archivo general del obispado anterior a 1580 ni después hasta 1633 en que dejan de efectuarse las relativas a las cofradías y capellanías de Montilla hay referencia alguna acerca de la Ermita ni de la titularidad de Nuestra Señora de Belén.

* * *
Transcurrido el siglo XVI, toda la amplia zona del ruedo noroeste de Montilla contigua a la dehesa de Huelma proseguía plantada del encinar como el mejor aprovechamiento para el sustento y engorde del ganado de cerda en régimen de arriendo y transitoria estadía, y según sabre- mos más adelante, sirviendo de espacio más apropiado las necesidades de marchantes y usuarios del mercado feriado, adyacente al camino hacia Córdoba y cercano a la vez al abrevadero de la fuente Nueva. En el cabildo municipal del 24-VI-1603 se acordó «se aderece y repare la fuente de la Higuera del encinar de fray Juan por la necesidad que tiene», y se comisionó para ello al mayordomo del concejo" Con fecha 12-V-1608, María de la Cruz, religiosa, vecina de Montilla, otorgaba escritura notarial «por cuanto Diego Sedano, hijo de Juan Mazuela, difunto, vecino de esta villa, clérigo de corona y graos, de más edad de veinte y dos años, el cual con la ayuda de Dios pretende ordenarse de orden sacro y pasar con sus órdenes hasta ser clérigo presbítero, y para poder hacerlo yo tengo voluntad de instituir y dotar una perpetua capellanía en la ermita de Nuestra Señora de Belén extramuros de esta villa de Montilla, y nombro al dicho Diego Sedano por primero capellán de ella [..J y sea capellanía perpetua por mi ánima y de mis padres y difuntos...".

Para asistencia de la fundación cedió en censo de 69.330 maravedíes de principal «por su tributos en cada un año» contra Pedro y Antón Gómez Navarro; otro censo de 30.000 maravedíes de principal a cargo de Martín Sánchez Delgado y una casa «en la calle que va desde las escuelas a calle Alta y Baja [...] que vale de presente 400 ducados poco más o menos sobre los cuales dichos censos y casa libre de censo y tributo, deuda, memoria e hipoteca y de otro gravamen, lo que rentaren en cada un año después de los días de mi vida ha de haber y llevar el dicho capellán y capellanes de la dicha capellanía [...] que se comience a servir desde el día en que muriese [...] Y a condición de «que por su persona u otro capellán el día de mi muerte se dijeren quince misas, nueve a las fiestas de Nuestra Señora y tres del Nacimiento, Pascua de Navidad y otra misa el día del Corpus Christi, otra el día de San José y otra el día de Santa Ana, y no las pueda decir en otra partes». Dejó nombrado patrono de capellanía al Hermano fray Miguel de los Ángeles, ermitaño,«el cual pueda nombrara otro si no cumple con que la ermita esté siempre en fiestas y reparada». Firmaron por testigos de la otorgante-«porque no sabía ribir»- Antón Martín de Madrid, Diego Sedano, espadero, Juan de Zafra.

EI 30-IV-1610, ante el escribano Martínez Fustero, manifestaba Andrés de Cañete «en nombre del licenciado Diego Sedano, presbítero y capellán de la capellanía de la ermita de Nuestra Señora de Belén, fundada por la religiosa María de la Cruz» exponiendo «ser conveniente a la capellanía la venta a censo de la casa comprendida en la dotación, mejor que tenerla arrendada por tiempo ni otra manera" pues la renta obtenida sería más segura El testimonio notarial remitido al vicario y provisor del obispado, doctor Cristóbal de Mesa Cortés . prosperó, pasándose a Montilla la autorización solicitada. La vivienda estaba alquilada en 18 ducados, habiéndose hecho reparaciones todos los años, «y la costa es mucha por valer los materiales caros», y enajenándola vendidaa censo rentaría tanto como ganaba con el arrendamiento, pero -según apuntaba el testigo Antón Sánchez Navarro, albañil- además la obligación de los futuros arreglos recaería en el comprador del censo. La casa fue apreciada por el albanil Sánchez Pabón en 123.750 maravedíes, una vez obtenida la licencia pertinente del corregidor por el capellán Sedano, rematada a censo -a razón de 6.187 maravedíes anuales, en dos pagas.


HISTORIA DE LOS CULTOS
Según escribía Ruiz Lorenzo Muñoz, 
los primeros cultos a Nuestra Señora de Belén fueron las funciones ofrecidas por los «caballeros de Santiago» y las misas de sus familiares, así como el acompañamiento procesional en los itinerarios del Corpus Christi y su octava. En la transición de los siglos XVIII al XIX, los septenarios u octavarios se ampliaron a las novenas referidas a los rezos dedicados en las nueve fiestas litúrgicas de la Virgen. Los actos de la novena empiezan con el rezo de devoción del Rosario, igualmente cantado durante las la procesiones por el recinto y en las de traslado de la imagen de Nuestra Señora a Montilla y de regreso a su santuario. En recientes años se han celebrado durante las jornadas de la novena algunas sesiones de Adoración Nocturna al Santísimo Sacramento. Como se advierte en las informaciones de los últimos tiempos, los cultos del novenario se adaptaron a las fechas celebración de los días feriados fijados por la autoridad civil. Entre las décadas de 1940-60, el culto en la ermita fue atendido por el vicario y arcipreste P. Fernández Casado, de la iglesia parroquial de Santiago, y en la siguiente por el sucesor P. León Ortiz y sus coadjutores PP. Jesús Hierro y P. Rafael Medina.

A partir de primeros de 1970 fueron alternándose diversos celebrantes y predicadores de las homilías de las misas durante las novenas los sacerdotes seculares y regulares, algunos de los cuales lo hicieron en repetidas ocasiones, así como en concelebración.

Desde los años de 1990, hay establecido un programa anual de las misas que se celebran en la ermita-santuario en señalados días de cada mes, cuyos horarios son difundidos al comienzo de la temporada por octubre. Tanto en los días de la novena como de la festividad intervinieron en sucesivos años con sus cánticos Paquita Polonio Arrabal, los grupos «Amigos de la Música», «Juvenil de San Juan de Dios», «400 años después», en versión clásica, flamenca o criolla, y el Grupo Rociero «Quejíos de nuestra tierra».
A partir de 1983 se sustituyeron los Rosarios de la Aurora por el contorno de la ermita con los Rosarios procesionales, vespertino y matutino, en los traslados de la imagen a la parroquia de Santiago con regreso al día siguiente o durante algún tiempo determinado, con recorridos por las calles.

En 1953, con motivo de misiones la imagen de Nuestra Señora de Belén había visitado las iglesias de San Sebastián y de San Agustín. Han acompañado los desfiles procesionales las Bandas de Cornetas y tambores del Colegio Salesiano, «Los Santeros», de Córdoba; Agrupación Musical ''La Unión'', Unión Musical Cruz Conde, Banda del Colegio Público San José, Banda de Cornetas y Tambores ''Varón de Dolores'' de Sevilla, Banda de Cornetas y Tambores ''Nuestro Padre Jesús Preso'' y, actualmente, la Banda de Música ''Pascual Marquina''.

En la Ermita de Belén han tenido lugar celebraciones matrimoniales -entre ellas la de Ricardo Carrasco Priego. siendo ya su conservador- y de primeras comuniones, actos religiosos que han ido en aumento en los recientes años, como la costumbre seguida de presentación ante la Virgen de los niños nacidos durante el año. En reconocimiento a su constante labor belenista y haber cumplido en ella veinte y cinco años ininterrumpidos como mayordomo de la cofradía, Ricardo Carrasco Priego recibió en 1994 un estimulante homenaje por parte de los asiduos fieles Con motivo de la celebración del Jubileo 2000, la Cofradía de Nuestra Señora de Belén -que tiene actualizada su constitución en espera de la aprobación canónica diocesana- y la del Nuestro Padre Jesús de la Humildad y María Santísima de la Caridad en Sus Tristezas, de la parroquia de San Francisco Solano, celebraron el día 10 de septiembre un acto de Hermanamiento y en la tarde del sábado 16 se trasladó en procesión a la Virgen hasta la iglesia patronal regresando a su templo en la tarde siguiente.

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